En el Centro Histórico de Olinda, municipio brasileño del estado de Pernambuco, en Brasil, la arquitectura roba formas y colores a la naturaleza; las perforaciones de los cobogós en los balcones parecen hojas y frutos redondos, mientras que las barandillas giran en espiral con un toque de flores retorcidas. También es posible encontrar el color de la tierra y el cielo en los pisos, patios traseros, cocinas y habitaciones de las casas coloniales, revestidas de tonos marrones y azules.
Esta arquitectura habita en las venas de la diseñadora gráfica Renata Paes. Nacida en las afueras de Olinda, Renata creció con los ojos atentos frente a la memoria gráfica que adornaba las casas y calles de su infancia. Su padre, Antenor, un arquitecto conservacionista, solía llevarla de la mano en largos paseos, señalando los conmovedores detalles arquitectónicos de la ciudad alta de Olindean, cuyo centro histórico fue reconocido por el Iphan (Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional) en 1968 y declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO en 1982.
"Crecí escuchando las historias de mi padre sobre baldosas y barandas, y la importancia de preservar la arquitectura local. Cuando tuve que elegir mi trabajo de graduación, me di cuenta de lo mucho que este recuerdo gráfico impregnaba mi infancia, ¡así que decidí enfrentarme a estos elementos deteriorados!", comenta Relata con humor.
Este "enfrentamiento" resultó en un mapa afectivo de sus memorias arquitectónicas entrelazadas con las de la ciudad de Pernambuco. En 2017, completó su curso de Diseño en la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE) con el lanzamiento del catálogo de Memoria Gráfica de Arquitectura en Olinda, un registro fotográfico sensible de algunos de los elementos que conforman la identidad de la región.
Paseos a la deriva: cómo comienza el catálogo
Para adentrarse en la memoria gráfica de Olinda, Renata hizo lo que tan bien le enseñó su padre: deambuló por la ciudad. La primera parte del mapeo consistió en caminar por las calles donde fue niña y adolescente, siguiendo caminos no muy diferentes a los que forman parte de su vida cotidiana habitual: "Repetí experiencias, como los caminos que me llevan a la casa de un amigo, un mercado o un bar".
Durante los trayectos, Renata realizó registros fotográficos de los elementos que más le llamaban la atención. Además de los objetos arquitectónicos que estaba acostumbrada a ver, como azulejos o cobogós, también fotografió elementos de las fachadas de las casas –desde construcciones coloniales hasta obras neoclásicas–, así como las recientes intervenciones de grafitis y pinturas que colorean la ciudad.
Al observar las más de doscientas fotografías tomadas en las 15 calles mapeadas, Renata notó en ellas un denominador de diseño común: expresiones gráficas modulares. La diseñadora explica: "Los módulos son elementos arquitectónicos que se repiten en paneles, pero también pueden funcionar de forma aislada, como en las baldosas".
Luego eligió cuatro artefactos para mapear: cobogós, azulejos, rejas y baldosas hidráulicas:
Cobogós
"Elemento genuinamente pernambucano, su nombre es un acrónimo de sus tres creadores: CO-imbra, BO-eckmann y GO-és. Está inspirado en el muxarabi, un elemento de madera árabe. Su función es traer ventilación y luz a la casa, preservando su privacidad. La mayoría de los cobogós que documenté estaban en las paredes".
Barandillas
"La barandilla aparece como un elemento de protección muy similar al cobogó, permitiendo la entrada del viento y la luz solar. Existen dos tipos de barandillas: la más orgánica y sinuosa, que se encuentra principalmente en edificios antiguos, y las más geométricas, que se ven en los edificios más recientes y alejados del centro de la ciudad".
Azulejos
"Traídos por barcos portugueses en la época colonial, los azulejos protegen la fachada y reflejan el calor. Los diseños tienen influencia portuguesa y francesa, la mayoría con temas florales u orgánicos. El azul y el blanco son los colores predominantes, seguidos del amarillo".
Baldosas Hidráulicas
"Considerado un piso de bajo impacto ambiental, la baldosa hidráulica se cura en agua, saltándose la etapa de fuego. Se elabora con materiales naturales, se coloca en una prensa y luego se sumerge en agua durante 24 horas. Sirve como sustituto del mármol y los revestimientos quemados".
Chismes y puertas abiertas: conociendo a los vecinos de Olinda
Si la primera parte del mapeo se concentró en andanzas y registros fotográficos, la segunda se construyó a partir de la apertura de las puertas de las casas en las que se mapearon los cuatro elementos modulares. "Comenzó como una serie de chismes", dice Renata, recordando el momento. "Entraba en la casa de alguien, me señalaban a su vecino que tenía tal azulejo, el que luego me llevaba a otro rincón detrás de un cobogó. Recorrí la ciudad de casa en casa, mostrando fotografías y escuchando declaraciones como: '¡Ah, mi madre tenía una casa así!' O '¡El patio de mi abuela tenía baldosas de ese estilo!'
La investigación basada en el afecto, el café en el sofá y el desarrollo de las relaciones entre el diseño y las personas, ha generado una cartografía maleable que supera la rigidez académica convencional. "Me dirigí a los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guatarri para armar una cartografía afectiva. En él, el investigador y el entorno están íntimamente relacionados, y todas las personas encontradas, desde el habitante de la casa hasta el vendedor de palomitas del centro, son productores de un conocimiento precioso".
Catalogar para preservar el patrimonio
El acercamiento con los vecinos y propietarios de estos objetos arquitectónicos reveló el cariño que existe entre los habitantes y el patrimonio, que puede desencadenar muchos recuerdos, incluso aquello que se ha perdido. Hubo casas, por ejemplo, donde se encontraron baldosas hidráulicas en el pasillo y en los dormitorios, pero no en la cocina, ya que fueron revestidas por cerámicas. Aunque han sido protegidas como conjunto histórico, las casas de Olinda han sufrido el descuido político en cuanto a la preservación de sus características, como señala Renata.
Más que un estudio de imágenes de la arquitectura tradicional o un trabajo de finalización de un curso, hoy Renata ve el catálogo como una herramienta de concientización, para que los residentes reconozcan la importancia de su patrimonio cultural. Descubriendo la potencia de los objetos que adornan sus casas, pueden convertirse en verdaderos guardianes de la historia tallada en hierro y cerámica. "Si antes pensaba que la parte más atractiva del catálogo sería la identificación de los objetos arquitectónicos, hoy lo que más quiero repetir es el contacto con los vecinos", resume la diseñadora.
El catálogo, disponible en la plataforma Ciudades Educadoras, presenta 52 fotografías de los cuatro elementos estudiados, así como sus vectores disponibles para uso público. "Mi intención es ampliar el catálogo, agregar fotografías y mejorar el texto. Quiero explorar mejor el tema afectivo y volver a ponerme en contacto con la población. Y luego, finalmente publicarlo para acercar a la gente a la preservación de este patrimonio arquitectónico y afectivo".
Vía Portal Aprendiz. Publicado originalmente el 30 de enero de 2018, actualizado el 8 de octubre de 2019.